Hoy le dije al día:
¡Quiero sentirme viva!
Pasaban las horas
y el dolor no cedía,
las nubes no se iban,
el calor no llegaba…
Refugiada en un rincón
volví a preguntar:
¿Por qué día?
Y entonces respondió:
¡ya estás viva!
padeces, sufres, lloras,
te arrepientes…
No quieres sentirte viva, extrañas la que tenías.
Grita, pelea por las risas que no llegan,
están deseando saludarte cada mañana.
No dejes que el dolor te adormezca,
vuelve a brillar ante una nueva esperanza.
Será entonces cuando las nubes desaparezcan
y el sol lleve calidez a tus días.