Navegaba sin temor saboreando el aire que a mi llegaba.
La frescura de la brisa primaveral,
el sofocante calor del ansiado verano,
las notas de frío impregnadas de otoño,
los copos de hielo anunciando el invierno.
Navegaba sin temor escuchando la soledad de otros.
Buscando un porque a cada vacío escuchado,
acariciando la posibilidad de acompañar,
secando la lágrima con una simple sonrisa,
abriendo mi alma sin esperar más.
Navegaba sin temor hasta que mi barco encalló.
Al comprender la falsedad de tu lágrima,
al entender tu soledad falsa arma,
comprendí tu necesidad de mi, necesidad de tocar,
pero falto de hambre por estar.
Y en mi atrapado barco observaba cada gaviota.
Y desde el desengaño le canté a mi corazón,
le canté lo innecesario de llorar a quien no quiso,
le canté la inutilidad de sufrir por lo que jamás ha sido.
Y mi canto fue escuchado.
Y ahora mi barco no se siente encallado.
Ahora se ve varado necesitado de tiempo en calma,
la calma precisa para trabajar en sus motores.
Varado pero seguro de que pronto seguirá a las gaviotas,
izando velas hacia el sol que cada día me roba una sonrisa.
________________
Autor: Sole Moreira
Derechos reservados