Eras, corazón perdido… no atendido.
Eras, razón buscando motivo.
Eras, tesón impulsando su latido
y la casualidad lo encontró.
Casualidad de aquel que araña,
incansable buscador de fisuras,
perfecto conocedor de laberintos,
sabio maestro de dulzura.
Pero la casualidad se volvió humo
cuando tu razón dijo «no» a sus manos.
La rosa fue perdiendo su nitidez
cuando la verdad de su dulzura se tornó mero interés.
Ahora tu tesón dice «gracias» a ese despertar,
mientras el corazón llora por la falsa amistad.
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Autor: Sole Moreira
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