Te creían solo ¡Cuan ilusos!
Eras parte de un todo:
perfecto compañero del amanecer,
confortable paraje de las aves,
purificador del agua que bañaba tus pies.
Te veían solo, pero tú eras cuanto te rodeaba:
armonía de luz y agua,
sueños alcanzables a través de quien te anidaba.
Imposible sentir soledad cuando adoptas tu paisaje,
esa morada que te ha sido partícipe de tu propio crecimiento.
________________
Autor: Sole Moreira
Derechos reservados