El sol brillaba calentando tu piel
pero tú seguías llorando.
Una tímida margarita se posó en tu hombro
pero tú seguías llorando.
Ajena a cuanto acontecía a tu alrededor
…seguías llorando.
Al viento le enfadó tu llanto y habló. Con un soplo apartó el velo de tu pelo, vio tu rostro desencajado por las lágrimas y el enfado se convirtió en ternura.
-¿Qué puedo hacer?- preguntó a la margarita.
-Llévame ante sus ojos- contestó esta.
Un leve soplido bastó para alzarla ante tus ojos .
-¿Ya no se puede ni llorar tranquila?- te preguntaste con enfado.
-Mírala- susurró tu mente mientras tus manos la sostenían- ¿En verdad es tal la desdicha que ya no te deja apreciar la belleza?
Tus lágrimas cesaron ante tal apreciación y la borrosa margarita se transformó en la visión más real que hubieses tenido ese día: ningún agravio recibido se merece olvidar el milagro de la vida.
Siempre habrá quien intente perturbar tu mundo, cierto. Pero nunca olvides que jamás faltará quien te ayude a mantenerlo bello.
Autor: Sole Moreira
Fotografía: de la red
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