No existe mayor milagro que tu propia ilusión.
La preocupación te puede y, de pronto
visualizas tu pequeño proyecto.
Y la sonrisa vuelve a tu rostro.
La incomprensión te abruma y, sin más
recuerdas tus propias razones.
Y vuelve a dibujarse tu sonrisa.
El silencio te alcanza, hasta que escuchas…
son notas sueltas de tu propia sinfonía.
Y vuelve a saludarte tu sonrisa.
Porque día a día avanzas hacia el milagro y,
cada vez que encajas una pieza de tu mecano,
te premias con el milagro de la sonrisa.
Nunca des la espalda a las posibilidades,
no escatimes el recuerdo de tu ilusión
y siente como la felicidad visita tu casa.
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Autor: Sole Moreira
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