Me cobijas, me cuidas, mimas…
mientras me crees dormida ante la vida.
Velas mi placido sueño…
mientras imaginas mi despertar.
A tu modo…
vigilas cada paso que doy,
expectante ante un posible fallo,
viendo daño donde yo solo veo vida.
Pero es difícil, sino imposible
controlar a un alma libre,
frenar su avance por la vida,
aceptar el espacio que pueda reclamar.
Y cuando abro lo ojos…
es lo que encuentras en mi sonrisa,
lo que intuyes mientras me estiro entre las sábanas.
Mi deseo de luchar por un nuevo día.
Y cuando abro los ojos…
soy yo quien vela por tu día,
quien cuida, cobija y alienta.
Quien hace lo posible porque la sonrisa forme parte del día.
Entonces surge el dilema,
¿Quién cuida a quién?
¿Quién posee la fortaleza?
y a veces pierdes tu día buscando la respuesta.
¿Todavía no te has dado cuenta?
Es un cuidarse mutuamente.
Porque donde tú eres fuerte, yo soy débil,
porque cuando tú lo necesitas, soy yo quien te sostiene.
Consentiré tus cuidados… tus mimos,
pero sin permitir que anules mi pensamiento o entendimiento.
Dejaré que veles mi sueño si ello te llena,
más no que frenes mis sueños por tus dudas o temores.
Yo apoyaré tus día y tu vida,
solo pido que tú hagas lo mismo.