El crepúsculo me llevó a pensarte imaginando como contarle al mundo el sonido de cada uno de tus pasos. Y, mientras lo hacía, no quise ver más luz que la ofrecida por la luna. Mientras lo hacía, no quise más compañía que mi piano y tu esencia. Te pensé gélida. Impasible, implacable ante el queSigue leyendo «Duende y bruja»