Te regalo mi vida encuadernada en piel,
la rosa marchita por el tiempo…
la cinta que envuelve mis sueños.
Te regalo lo que han sido mis días,
lo aprendido, lo celebrado… lo sufrido,
noches de música en vela, noches velando otro sueño.
Te regalo cuanto he llegado a ser…
aquello en lo que el tiempo me ha transformado,
la consecuencia de cada uno de mis actos.
A cambio solo te pido…
no, no pido…deseo
protejas cuanto ahora te entrego.
Engrasando el cuero de mis tapas,
dando vida a la rosa marchita…
llenando mis días de alegría.
Tan solo espero y deseo
sentir que he hecho lo correcto,
y poder decir: «Sí, puedo confiar»