Eran tus brazos…
tu simple abrazo cuanto necesitaba
cuando atendía a tu llamada.
Eran tus bromas…
tu saber como provocar mi risa
quienes se ganaron un lugar en mi corazón.
Llegaste y encendiste mi espíritu
recobrando su fortaleza perdida
creyendo en mi posible valía.
Eran tus sueños
tus posibles y alocadas aventuras
quienes sacaban lo mejor de mi.
Era tu pasado
el reconocer cuanto error habías cometido
lo que me ayudó a percibir y valorar los míos.
Llegaste y te abrí mi alma
enseñándote a apreciar el valor de lo sencillo,
mostrándote el color de la verdadera amistad.
Y sigo queriendo
la protección de tus brazos,
la alegría de tus risas,
compartir la construcción de tus sueños.
Y sigo creyendo…
que mi alma te ha hablado y tú las escuchado.
Autor: Sole Moreira
Fotografía: de la red
Derechos reservados