Si hiciese caso a las mañanas de dolor…
querría desvanecerme.
Si tomase en cuenta los envites del exterior…
querría evaporarme.
Mas…
cuan pobre sería si hiciese caso a tal deseo,
cuan injusta con todo aquello que sí poseo,
cuan ingrata con quien me tiende su mano.
Porque el dolor termina desvaneciéndose,
pero aquel que pierdes no vuelve.
Porque los envites llegan a ser olvidados,
pero el cariño rechazado difícilmente es reemplazado.
Por todo ello,
aún queriendo desvanecerme por momentos,
lucho contra ese sentimiento,
impulsando el permanecer más intenso.
Por todo ello,
aún queriendo evaporarme entre lo externo,
prefiero continuar siendo… diciendo,
eludiendo a quien no entiende lo que siento.