¡Dios…añoro tanto!
ya no me quedan reproches,
ya no sé que más cuestionar…
soluciones tomadas, promesas hechas…
Y sé que todo ello fue lo correcto en su momento,
cambios inevitables en mi vida,
para facilitar el caminar de los míos,
en búsqueda de la opción menos mala.
Y ahora…ahora tan solo añoro
la comprensión del vástago perdido,
el apoyo del padre amante en la distancia,
el amigo que entiende y apoya mis actos.
Sola contra el mundo,
sola en la lucha por subsistir,
sola con mis miedos e inseguridades,
sola…incomprendida…perdida…
Sola hasta que escucho tu palabra,
veo la comprensión en tu mirada,
siento el calor de tu abrazo,
descanso mi cabeza en tu hombro.
Es entonces cuando dejo a un lado todo reproche,
cuando entiendo que hay acierto en medio del fallo,
cuando retornan fuerza y coraje,
cuando vuelve la sonrisa porque sé que puedo.
Y concluyo que la lucha merece la pena,
que seguiré avanzando cual hormiga,
incansable, infatigable…insaciable.
Porque es mi momento y así he de sentirlo.