Hoy tomé prestado tu guiño.
Abrazado por aquello cuanto no entiendo,
aún preso del inmovilismo más fiero,
busqué tu sedosa textura,
abrí mis ojos a lo impreso en pluma
y lo encontré.
En el laberinto de un jardín nacido de espinas,
atrapado entre cuanta vocal uniste a la consonante precisa,
hallé el guiño que impulsaba al entendimiento,
perfecta arma ante el inmovilismo.
Lo atrapé, por un instante lo hice mío.
Y entendí
comprendí que no hay mayor inmovilismo
que aquel impuesto por uno mismo.
Comprendí que por más dudas que siembre el día,
es preciso seguir camino fiel a cuanto estimo,
mantener el alentador guiño.
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Autor: Sole Moreira
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