Nuestra casa, lugar de confort y desinhibición ¿Por qué ha de limitarse a ladrillos, madera y ventanas?
Hoy, le he dedicado tiempo a pisar las calles de mi ciudad y fue reconfortante respirar su olor, parar mi paso ante la llegada de conocidos y amigos, dedicarle tiempo al café de la mañana en una acogedora cafetería.
Sentí placer ante las formas, la cortesía, los pequeños recuerdos y el abrazo amigo. Sentí confort al reconocer sus avenidas, al ser parte de su vitalidad.
Más tarde la desinhibición caminó de la mano del confort entre sus parques. Tomé asiento en un banco y contemplé al bebé en su silla, al niño en monopatín, al abuelo que da de comer a las palomas… contemplé como el viento mecía las hojas y mi imaginación comenzó a bailar con ellas.
Confort y desinhibición ¡Adiós pose recta en el banco! bienvenida la curvada espalda mientras abrazaba mis piernas y soñaba con posibilidades. Poco tarde en convertir el parque en un despacho improvisado y ponerme a trabajar en el pequeño cuaderno que siempre llevo a mano.
Hoy, sentí la ciudad mi casa, fuera paredes y ventanas, solo el aire me limitaba.