La mirada desnuda…abierta
ante aquel que la reclama.
El corazón compartimentado
entre afecto, cariño, calidez… amor.
Un alma que arropa sin miedo
a aquel que cree amigo.
Sin disfraces, sin intrigas…
sin engaños ni avaricias.
Perfecto blanco
del depredador sin alma,
de aquel que quiere, mas no entiende de dar.
Perfecto blanco
de las miserias de la vida,
pues no vacila en hacerles frente,
ni piensa, ni teme las posibles consecuencias.
Entonces el depredador te atrapa,
tu mirada le pide calma,
tu corazón le habla de calor y tu alma,
tu alma percibe sus ganas, cree en la transformación.
Y es que nos gusta sentirnos necesitados y salvadores,
pensarnos capaces de enmendar errores de otros,
y ante el empeño, a veces, erramos nosotros.
Y la mirada cristalina, el corazón que se abre y el alma que vuela,
terminan atrapadas por un fino velo.
Aquel que crea el daño recibido,
al sabernos utilizados por quien no siente.
Aquel que teje el error cometido por la falsa lectura.
Una fina mosquitera sin más pretensión que evitar la nueva herida.
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Autor: Sole Moreira
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