Cuando te leía… te quería,
sin más.
Estabas en mi vida y…
no existía más lectura que el día a día.
Leía tu compañía y comprensión,
y creía que te conocía.
Leía tus momentos de entrega,
y los creía correctos… suficientes.
Pero algo cambió.
El texto comenzó a difuminarse,
y lo antes comprendido…
comenzó a pesar sobre tus lomos de piel curtida.
Quizás la madurez
pida descanso a tu comprensión.
Quizás tus amarillas páginas,
necesiten mayor respuesta ante tu entrega.
Ahora repaso cuanto queda de tus textos,
comienzo a leer entre líneas
y, me atrapa lo que desconocía.
Ahora quisiera releer cuanto se ha borrado.
Porque, ahora que no te leo… te amo.
Es mi momento de sembrar posibilidades,
de ser yo el lector que comprenda,
el que acompañe tus días sin pedir más.
Porque quiero volver a leerte
y, aunque reescribas tu vida,
lucharé por ser uno de sus protagonistas.
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Autor: Sole Moreira
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