¿En verdad nos hacemos viejos a medida que nuestros hijos crecen?
Cierto que vamos cumpliendo años con ellos, que llega un momento en el cual comenzamos a necesitar de pequeños parches para afrontar el día sin dolencias ¡pues que vivan los analgésicos!. De acuerdo, nos vamos desgastando cual electrodoméstico pero…¿Envejecer?
Podremos estar faltos de la vitalidad juvenil pero…estamos más vivos que nunca. Hemos ayudado a nuestros hijos en su formación como personas cierto, pero también aprendido de toda esa enseñanza. Ellos han crecido…nosotros también y, aun no llegando a ser sabios, nuestro conocimiento sobre la vida ha madurado, se ha asentado. Nos sentimos más seguros de cuanta verdad o mentira nos rodea, de lo que nos queda por vivir, de nuestras posibilidades.
Canalicemos pues cuanta energía nos haya quedado después de tan grata experiencia y volquémosla en nosotros mismos. Somos más sabios, más serenos e incluso podemos permitirnos el ser un poco egoístas…¿Entonces…a qué esperas? retoma aquel ideal de vida perdido entre desvelos y analiza cuanto puedas rescatar del mismo, porque ahora…ahora sí podrás ir a por él.
Los hijos crecen y nosotros…nosotros no llegamos por ello a la vejez…tan solo a la madurez.