¡Quise decirlo! Mi voz, falló ¡Intenté cantarlo! Los acordes, huyeron. Me reí. De mi propio veredicto, de lo absurdo, lo incoherente, de cuanto engreido duende me visitó. Me reí, de cuanta maravilla trajo lo absurdo y entendí. Percibí. La templanza recobrada, el valor de cada carcajada, lo superfluo de mis espectros. Percibí cada Sigue leyendo «¡Stop!»