Explosión de color o angustia invitando a la batalla, quién sabe. Tal vez el susodicho color sea el premio tras la batalla. Dama inquieta que visitas mi humilde morada, da tregua a esta espalda cansada. Deja fluir la idea que proyectan mis ávidos ojos. Pues, la mirada apagada, se transforma en acuarela de audacia.Sigue leyendo «El pensar de la mirada»