Me creí perdida entre tus pasos.
Sentí la monotonía de la frenética actividad,
el cansancio acoplado a las risas
a las noches de vigilia.
Me creí perdida entre tus pasos
hasta que conseguí minutos.
Minutos para leer lo escrito a tu lado,
para la felicidad latente en medio de la monotonía.
Me creí perdida y… tan solo estaba creciendo.
Porque la madurez vino de tu mano:
mientras caminaba cada uno de tus pasos,
mientras tomaba con fuerza tus manos.
No estaba perdida tan solo inmersa en el estudio.
Era una alumna más de la vida.
Alumna de mi vida, docente de la tuya…
Perfecto equipo fortalecido por cuanto nos hemos dado.
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Autor: Sole Moreira
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