Adolescencia caminando hacia la madured,
timidos capullos oliendo a primavera…
Ella vigilaba no nos quemara la helada
¿Recuerdas?
Recuerda:
la huella y el perfume a primavera de su abrazo,
el afecto impreso en cada regaño.
El cariño se mantiene y la distancia se hace nada.
Nada porque,
a pesar de la alta montaña, del inmenso mar,
rescatas a tu antojo su mirada,
revives la calidez de su morada.
Ahora ya no hay mar ni montaña,
se ha vuelto cielo, aroma y viento,
etéreo su movimiento.
Tocará a su antojo, calmará el momento…
su abrazo será la brisa de primavera,
su beso refrescante agua de verano.
Y, cuando te alcance el invierno,
deja te roce el viento de su recuerdo.
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Autor: Sole Moreira