Somos agua, una corriente continua que fluye de manera inconstante:
– Pura energía durante la primera etapa de nuestra vía, chocando contra toda roca que se interponga en nuestro camino.
– Verdaderos caudales de agua bajando pendientes, cuando adolescentes. Necesitados de la mano de nuestros progenitores actuando cual embalses o evitando que elijamos la vertiente equivocada.
– Recreándonos en esos momentos de nuestro transcurrir por la vida que nos llenan, nos hacen crecer. Es ahí donde comenzamos a construir nuestra propia isla, rodeándola con nuestro río interior.
Con un poco de suerte, daremos más importancia a quién nos ofreció su mano al chocar con la roca, a quién evito un desbordamiento con sus manos y por supuesto a los tesoros de nuestra isla. Porque, valorando lo que tenemos, lo que fuimos y lo que somos, llegaremos hacia la desembocadura de nuestro río dejando que nuestras aguas canten e ilusionados por llegar al mar.
No pierdas la energía de esas primeras aguas ni la potencia de su canto.